Hace unos meses se publicaron noticias y valoraciones sobre la noticia de una mujer canadiense embarazada que rompió aguas estando de vacaciones en Hawaii y cuya asistencia médica y la posterior a su bebé nacido antes de término, derivó en una factura de un millón de dólares americanos que su seguro de viaje no pagó, aparentemente por considerar el embarazo una condición preexistente (una condición médica que ya existía y que la persona conocía en el momento de contratar el seguro).
Esto me lleva a dos reflexiones:
Qué importante es contar con un buen seguro de viaje cuando viajas fuera de tu país.
Cuando viajamos a otro país no sabemos cómo funcionan los servicios de salud ni tenemos conocimiento de cuáles serán los costes del posible tratamiento.
Por experiencia profesional directa, puedo afirmar que uno puede llevarse tremendas sorpresas. Lo que le ha pasado a la mujer de la noticia es un extremo, pero no hace falta llegar a los cinco o seis ceros para que enfrentarnos al pago de los servicios recibidos pueda suponernos un grave problema.
Qué delicado resulta adquirir on line cierto tipo de productos.
Parece raro que lo diga yo, que empecé a vender seguros por internet en el año 2000.
Y no es que no sea técnicamente posible hacerlo. De hecho los seguros son de los productos más fáciles de comercializar on line porque en la mayor parte de los casos no requieren de una entrega física para cerrar el proceso ya que basta con enviar un correo electrónico con ciertos documentos.
La barrera real es que el producto en sí no se puede ver ni experimentar, no es tangible, está definido por los propios términos y condiciones legales que prácticamente siempre pasamos por alto cuando compramos por internet.
Cuando compramos on line un libro, música, ropa, electrónica... recibimos un producto que podemos verificar o experimentar al recibirlo o incluso haber verificado o experimentado antes de comprarlo. Cuando compramos bienes digitales (música, libros, películas...), podemos validar si responden a lo que esperábamos al elegirlos. Pero cuando compramos seguros lo normal es que no podamos verificar el producto porque lo que estamos adquiriendo es la cobertura de un riesgo. Riesgo que, lógicamente, deseamos que no se materialice, y solo aquéllos a los que se les materialice el riesgo van a experimentar realmente el producto y van a averiguar qué es lo que realmente compraron.
La única opción real que tenemos para saber qué estamos comprando y lo que podemos esperar en el caso de que el riesgo que queremos cubrir se materialice, es leer y analizar en profundidad las condiciones del seguro (páginas y páginas de textos legales), que pueden muchas veces resultarnos difíciles de entender y que, además, no nos dicen nada de la experiencia real ni de cómo la compañía aseguradora interpreta y aplica esos términos legales que definen el producto.
Por eso creo en la importancia de contar con la asistencia de un asesor profesional que ayude a entender lo que compramos, a saber si realmente el producto cubre el riesgo del que nos queremos proteger, nos pueda informar de las diferentes opciones con las que contamos y de la experiencia real de trabajar con una determinada aseguradora.
Si eres de los que se leen las condiciones del seguro antes de comprar para tener claro qué es lo que compras, qué riesgos estás cubriendo y qué está dentro y qué fuera de la cobertura, adelante, en internet tienes todas las opciones posibles. Si no lo haces y quieres asegurarte de que lo que compras es lo que buscas, pide ayuda a un profesional, cuéntale lo que necesitas y pregunta todas tus dudas. Como en casi todo.
Recuerda que los seguros se compran con el deseo de no tener que usarlos. Tener que hacerlo ya es señal de que algo ha salido mal, son tu sistema de seguridad. Elige un buen sistema.
Esto me lleva a dos reflexiones:
Qué importante es contar con un buen seguro de viaje cuando viajas fuera de tu país.
Cuando viajamos a otro país no sabemos cómo funcionan los servicios de salud ni tenemos conocimiento de cuáles serán los costes del posible tratamiento.
Por experiencia profesional directa, puedo afirmar que uno puede llevarse tremendas sorpresas. Lo que le ha pasado a la mujer de la noticia es un extremo, pero no hace falta llegar a los cinco o seis ceros para que enfrentarnos al pago de los servicios recibidos pueda suponernos un grave problema.
Qué delicado resulta adquirir on line cierto tipo de productos.
Parece raro que lo diga yo, que empecé a vender seguros por internet en el año 2000.
Y no es que no sea técnicamente posible hacerlo. De hecho los seguros son de los productos más fáciles de comercializar on line porque en la mayor parte de los casos no requieren de una entrega física para cerrar el proceso ya que basta con enviar un correo electrónico con ciertos documentos.
La barrera real es que el producto en sí no se puede ver ni experimentar, no es tangible, está definido por los propios términos y condiciones legales que prácticamente siempre pasamos por alto cuando compramos por internet.
Cuando compramos on line un libro, música, ropa, electrónica... recibimos un producto que podemos verificar o experimentar al recibirlo o incluso haber verificado o experimentado antes de comprarlo. Cuando compramos bienes digitales (música, libros, películas...), podemos validar si responden a lo que esperábamos al elegirlos. Pero cuando compramos seguros lo normal es que no podamos verificar el producto porque lo que estamos adquiriendo es la cobertura de un riesgo. Riesgo que, lógicamente, deseamos que no se materialice, y solo aquéllos a los que se les materialice el riesgo van a experimentar realmente el producto y van a averiguar qué es lo que realmente compraron.
La única opción real que tenemos para saber qué estamos comprando y lo que podemos esperar en el caso de que el riesgo que queremos cubrir se materialice, es leer y analizar en profundidad las condiciones del seguro (páginas y páginas de textos legales), que pueden muchas veces resultarnos difíciles de entender y que, además, no nos dicen nada de la experiencia real ni de cómo la compañía aseguradora interpreta y aplica esos términos legales que definen el producto.
Por eso creo en la importancia de contar con la asistencia de un asesor profesional que ayude a entender lo que compramos, a saber si realmente el producto cubre el riesgo del que nos queremos proteger, nos pueda informar de las diferentes opciones con las que contamos y de la experiencia real de trabajar con una determinada aseguradora.
Si eres de los que se leen las condiciones del seguro antes de comprar para tener claro qué es lo que compras, qué riesgos estás cubriendo y qué está dentro y qué fuera de la cobertura, adelante, en internet tienes todas las opciones posibles. Si no lo haces y quieres asegurarte de que lo que compras es lo que buscas, pide ayuda a un profesional, cuéntale lo que necesitas y pregunta todas tus dudas. Como en casi todo.
Recuerda que los seguros se compran con el deseo de no tener que usarlos. Tener que hacerlo ya es señal de que algo ha salido mal, son tu sistema de seguridad. Elige un buen sistema.
PS.- Esta entrada, con algunas matizaciones, fue publicada en mi blog personal con el título Comprar seguros.